Reiki: Una introducción




La brisa fría acarició el rostro del Maestro Mikao Usui sin lograr perturbar la profundidad de su meditación Shikan.
Era el día número veintiuno de purificación espiritual en el monte Kurama. El último de este ciclo de limpieza en las prácticas del budismo Tendai.

Un temblor cruzó su columna y una luz refulgente como mil soles se expandió en su interior. Su cuerpo vibraba y una sonrisa luminosa se dibujó en su rostro, señal inequívoca de que el maestro estaba vivenciando un Satori, una iluminación transformadora.
Este Satori cambiaría su vida para siempre.

Al descender del monte Kurama su aura irradiaba una nueva energía. Al aplicar sus manos sobre los enfermos sus dolencias se disolvían como el hielo frente a los rayos del sol.
Su fama como sanador se hizo legendaria en todo Japón. Pero su impulso interior lo llevó a compartir los conocimientos sanadores que había recibido.

Al principio el sistema fue conocido como Usui Do, el camino de Usui.
Era un enfoque metafísico sencillo que enseñaba la indivisible unidad de todo lo existente y el alineamiento permanente con la consciencia ilimitada. Conectarse con lo Infinito, vivir y transmitir su Luz para ayudar a todo ser viviente.

Con el tiempo, sensei Usui fue incorporando nuevos elementos para hacer el aprendizaje de este sistema más fácil y al alcance de todos. Así es como fueron apareciendo los símbolos, las posiciones de las manos, las ceremonias de alineamiento.
Y entonces nació REIKI, el avance más significativo en el campo de la sanación natural.

En la próxima entrada seguiremos ahondando en sus principios.

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